Posición de Manejo
Una posición adecuada frente al volante debe combinar varios factores: ha de ser cómoda, firme y con visibilidad suficiente. Cómoda en el sentido de que podamos mantener la misma posición durante un trayecto largo sin experimentar molestias exageradas en cuello, manos, espalda o piernas. Esta postura cómoda ha de ser compatible con una actitud de “alerta”. La posición al volante debe permitir un manejo holgado de los principales mandos del vehículo. Debemos adoptar, con relación a pies y manos, una postura que permita la ejecución de maniobras imprevistas, sin que nuestro propio cuerpo sea un estorbo. Finalmente, debemos situarnos a una altura en la que el volante o el marco superior del parabrisas no dificulten la visión.
Demasiada proximidad al volante:
Es uno de los vicios más frecuentes. Quizá motivado por una sugestión del tipo: “cuanto más próximo a los mandos y más sólidamente aferrados, mejor los puedo controlar”. Craso error. Un exceso de proximidad no solo dificulta de manera drástica la movilidad sino que, en caso de accidente, podemos resultar más y peor dañados.
Demasiada lejanía con respecto al volante o mandos de pies:
Una postura correcta debe permitir un “margen” de maniobra. Una posición alejada de los mandos es crítica con respecto al pleno manejo de los mismos. En un momento dado no podremos “pisar a fondo” o, incluso, en una situación apurada, “perder” el volante de las manos.
Demasiada altura con respecto al volante:
Hoy en todos los coches se puede regular la altura de los dos asientos delanteros. No hay razón para no adaptar una cómoda posición de conducción que nos permita un ámplio campo de visión. Conducir en una posición demasiado elevada nos hace perder el ángulo superior de la mirada, aquel que tiene mayor alcance.
Altura insuficiente:
No hay razón para conducir demasiado “hundido” y, por lo tanto, a duras penas alcanzar a ver los primeros 10-15 m. de calzada. Además el volante puede resultar molesto al interponerse en nuestro campo de visión.